lunes, 13 de diciembre de 2010

De repente



Fue de repente, como siempre sucede con los acontecimientos decisivos. ¿Será que su aparición inesperada los reviste de una gravedad que no tendrían si hubieran sido la consecuencia de un largo y profundo desgaste?
Vivimos marcados por las incertidumbres: no tenemos conocimiento del día o la hora en que nuestra actuación llegará a su fin y la aparición de hechos repentinos nos aproxima peligrosamente hacia nuestra más íntima verdad.
¡Qué ciegos estábamos!, decimos entonces situados en esa zona en la que las piezas empiezan a encajar. ¡Y sordos!, añadimos: las alarmas sonaban confundidas con el deseo de nuestros oídos de fundirse con el canto de los pajarillos del jardín al oscurecer. Te veíamos ya deambular por esa peligrosa zona en la que los sueños se mezclan con los sufrimientos y las verdades últimas, que te han venido persiguiendo inútilmente, consiguen atraparte jadeantes rozándote las orejas con su cálido aliento.
¿Qué hacer?, nos preguntamos desde nuestro ahora, alzando los hombros en señal de impotencia. Extendemos torpemente los brazos que irremediablemente se desintegran nada más rozar la cortina de fluidos transparentes que separa nuestros mundos. Tengo la sensación de que el allá te va devorando y sus temidos pobladores, con sus desagradables voces, gritan todo aquello que más te duele. ¡Estoy aquí! ¡No temas! gritamos, aunque las palabras reboten y tú, que querrías creernos, nos mires asustada sabiendo en lo profundo que no podemos hacer nada.


lunes, 15 de noviembre de 2010

La ausencia


La Real Academia de la Lengua Española define la ausencia como: Acción y efecto de ausentarse o de estar ausente. Parecería pues que una vez ido el ausente sólo quedara un lugar completamente vacío. Sin embargo, contrariamente a lo que pueda parecer, la ausencia se me antoja como una circunstancia llena, poblada por múltiples sentimientos y vivencias sólo apreciables por aquellos sin los cuales ésta no existiría.
Cuando yo era pequeña, en los tiempos en los que el mundo era inmenso y las distancias mucho mayores e insalvables que ahora, los adultos hablaban de 'guardar ausencias', una especie de luto autoimpuesto cuando un novio o novia se ausentaba durante un tiempo, principalmente dirigido a aparentar ante los demás cuánto se echaba de menos al embarcado y acallar rumores. Esto era así porque antes las ausencias eran mucho más solemnes que ahora. En realidad, en el mundo actual hemos despojado a casi todo del brillo de la solemnidad a cambio de la satisfacción de la inmediatez.
Antiguamente, el ausente dejaba tras de sí un hueco lleno de vivencias tan intenso que sus efectos apenas se calmaban con ayuda de fotografías y largas cartas de papeles perfumados que lentamente atravesaban los océanos de la distancia. Eran ausencias plagadas de frases dichas y no dichas, de remordimientos y anhelos, de planes futuros que empezarían a fraguarse tan pronto como el barco atracase en el muelle.
Hoy ya nadie escribe cartas pues el contacto entre unos y otros es total y permanente. Aunque estemos al otro lado del mundo siempre existe la posibilidad de contactar instantáneamente via telefónica o internet y hablar con quién queramos mientras observamos su rostro en la pantalla del ordenador.
¿Será que hoy en día hemos vaciado las ausencias? Si no es así, desde luego éstas han perdido la intensidad de antaño. Puede que las ausencias de hoy hayan pasado a ser lugares vacíos en los que sólo brilla eso: la ausencia.

miércoles, 6 de octubre de 2010

CONCURSO PARADELA (Octubre): El retrato


Me creo moderna cuando miro la foto. Tan engañada estoy yo como lo estaba ella cuando pensó que aquel momento duraría para siempre. El ojo travieso de la cámara le proporcionó la posibilidad de calmar su alma cuando, años después, el tiempo se le escapaba y parada frente al retrato se buscaba en él. Entonces la caliente nostalgia se abría paso desde su interior generando en ella la impotencia y el desasosiego del nunca más.
Aún era capaz de recordar la tirantez de los rulos plegando sus cabellos la víspera. Los tubos de metal que la vecina manejaba con gran habilidad mientras contaba mil anécdotas recogidas aquí y allá y rociadas con toques de imaginación. Hasta ella llegaba el fuerte olor a alcanfor del vestido de paño de Zamora que languidecía guardado en el ropero de caoba y el tintineo de la medalla del Sagrado Corazón que tanto había hecho para atraer al indeciso novio. Le impresionaban sus ojos, jóvenes, prematuramente desprovistos del brillo de un par de años antes. Incluso sentía la verguenza de sus sentimientos de entonces: una mezcla de orgullo y rabia por culpa de ese ser cuya pequeña vida lo había invadido todo.
La foto quedó detenida en el tiempo mientras sus protagonistas continuaron bogando por los ríos de la vida. La madre y el bebé se han aunado en el tiempo y ya no tienen edad. Todos somos todo a la vez: bebés, niños, jóvenes, adultos y ancianos y, además, somos antiguos, aunque algunos creamos que no.

sábado, 28 de agosto de 2010

Detenida, hablándonos desde la urgencia del pasado


Cuando entró en la antigua alcoba, las maderas del suelo crujieron bajo su peso y, al mirar hacia abajo, descubrió que sus pasos habían dejado huellas sobre el polvo aterciopelado. Los cortinajes envolvían el lecho como una inmensa telaraña recubriendo el hueco existente entre dos postes. Las altas mesas de noche, aún decoradas con sendos pañitos de ganchillo, mostraban en su superficie un par de retratos de lejanos personajes. El orinal de porcelana seguía allí, bajo la cama, y la gran cantidad de mantas apiladas señalaba, quedamente, que la habitación había sido sellada en invierno.
Sí, en invierno, incluso decían que el día más frío del año. Aquella aterradora noche la comarca sufrió las temperaturas más bajas del siglo y muchos vecinos murieron víctimas de diversas enfermedades pulmonares.
Era el día de Santa Cecilia, la patrona de la música, cuando se produjo el terrible hecho. Dicen que un ser de otro mundo se introdujo en la mansión y, buscando el fin de las injusticias, terminó con la familia del tirano a golpe de machete. El alba desveló la más terrible carnicería que nunca se haya presenciado y la casa fue sellada con todo su contenido congelado en un momento en el tiempo.
Murieron los testigos hace ya mucho tiempo y el horror vivido se apagó en ellos dejando tras de sí el mudo lamento de la leyenda transmitida de generación en generación. Los años no han traído oxígeno a la opresora estancia que apenas respira.
El aire le rodeó el cuello con tal fuerza que empezó a sudar copiosamente. La leyenda con su luz de luna llena y aires nocturnos se introdujo en sus venas. Allí, detenida, llamándole desde la urgencia del pasado estaba la palabra. Garabateada en un papel manchado de sangre. PERDÓN.
Imagen bajada de internet

viernes, 13 de agosto de 2010

Agua


Es curioso como, a pesar nuestro, los horóscopos y sus características se empeñan en marcarnos. Estos últimos días de calor decidí bañar a mis perros para refrescarlos y, al mismo tiempo, sacarles un poco de brillo. La mayor, una viejecita que a pesar de sus achaques está empeñada en acompañarnos durante un buen trecho del camino, nació en marzo y es, por lo tanto, una piscis sentimental regida por el elemento AGUA. Cada vez que ve una manguera se disparata y trata de morder el chorro de agua dando saltos en el aire y batiendo las mandíbulas inútilmente alrededor del líquido. Es sencillo sentarla para enjabonarla y aclarar con agua los restos de jabón. Sin embargo, el otro perro, un jovencito de dos años, no ve con buenos ojos que lo rocíe y mucho menos se presta a que lo enjabone. El caso es que éste no nació en marzo sino a finales de julio y es por tanto leo regido por el elemento FUEGO. Total que cada vez que lo traigo junto a la manguera consigue salir corriendo sin que apenas una gota roce su piel.
Observando la experiencia me he encontrado con que yo misma soy escorpión y regida por el elemento AGUA, al igual que mi perra. No me extraña nada porque mi mayor pasión es contemplar el mar transparente sobre las rocas del fondo del mar. Me gusta la sensación del agua refrescando el cuerpo, la brisa soplando sobre la superficie formando pequeñas olas que se rompen contra mí. El contacto del agua con la tierra: ese lugar mágico donde los pensamientos chocan contra la realidad. Salgo del agua, me paro y me vuelvo a mirar hacia atrás. Las pequeñas ondas transparentes producen efervescencias sobre las rocas y, victima de una irresistible atraccion, me vuelvo a lanzar nuevamente a unas aguas que ya han adquirido la misma temperatura que yo.


(imagen bajada de internet)

miércoles, 21 de julio de 2010

El nido - CONCURSO PARADELA DE COLES



Un nido de amor, el nido, anidar... palabras que traen ecos de comodidad y bienestar, de lugar último en el que no existe la amenaza y la concordia reina al calor de la lumbre. También se habla mucho últimamente del síndrome del nido vacío o malestar existencial que sufren las mujeres cuando sus hijos vuelan por sí solos y se alejan del nido. Lejos de ser un momento de gozo - la señal ineludible de que han cumplido correctamente su misión y de que sus vástagos han engrasando las alas que les permitirán volar hacia sus propias metas - la situación se vive como una crisis personal ineludible que pone en cuestión el sentido de la propia existencia. Después de años de vida agazapada tras las necesidades de otros nos miramos por primera vez ante el espejo de la verdad que nos devuelve el rostro de un ser que no reconocemos. El largo intervalo de tiempo transcurrido se ha tragado un trozo de vida y parte de nuestra naturaleza, como relatan los abducidos por extraterrestres incapaces de justificar unas horas de su existencia.
Pero los nidos no son ese lugar seguro libre de todo peligro. Guardo en mi memoria la ilusión que sentimos de niños al descubrir un nido dentro de un farol exterior de la casa en la que veraneamos. Lo que iba a ser la maravillosa aventura de ver crecer a los polluelos terminó trágicamente cuando un cortocircuito chamuscó el nido y sus ocupantes.
Celebremos pues la fiesta del abandono del nido y aplaudamos efusivamente el primer vuelo de nuestras crías convertidas en potentes aves ya que el nido es en sí mismo un lugar de engañosa paz con dependencias que, en caso de perpetuarse, podrían hacernos morir de inanición.

jueves, 15 de julio de 2010

Despedida


Aunque ahora me veas con este aspecto, no siempre fui así. Manos hábiles, movidas por la ilusión, alzaron mis muros piedra sobre piedra y me cubrieron con tejas calientes, recién horneadas. Floreció la vida en mi interior. Di sombra y refugio. Mis muros contuvieron el calor implacable de los tórridos veranos y los inviernos chorreantes dejaron sobre mis tejas un manto de verdor que me adornó para siempre. Mis ventanas se graduaban para dejar pasar al interior la luz necesaria con que alumbrar unos días condenados a pasar veloces hacia la nada. He dejado de oir las voces de aquellos a los que ya nadie llama. Se han apagado las risas infantiles, han cesado los vanos cuchicheos y los llantos calientes han ido perdiendose en la distancia. Me ha envuelto la soledad con su manto de polvo y suaves telarañas y, bajo él, he asumido el final.
Ya sé que es inútil una mano de pintura y un par de arreglos superficiales. Aunque lo hicieran, todos verían que no pertenezco a este mundo, que mis formas poco tienen que ver con las de las casas que me rodean. Ha llegado mi hora, mucho antes de lo que esperaba. Se acaba la fiesta como se acaban todas.
Me venden. Bueno, en realidad venden el hueco que dejo al marcharme sin humildad de un mundo en el que ya no me conmueven las voces que oigo.

lunes, 28 de junio de 2010

El regalo camuflado


Hace unos meses, al acercarme a consolar a un amigo que había perdido una votación en favor de otro candidato, me dijo que no estaba preocupado porque los disgustos de este tipo eran regalos camuflados. Una frase muy cierta ya que en muchas ocasiones lo que parecía ser un bien se transformó en tragedia y, al contrario, lo que se presentaba como un disgusto morrocotudo fue fuente de una próspera felicidad.
Con la frasecita rumiando en la cabeza encuentro a cada paso ejemplos que la van confirmando y transformando en una máxima que debería presidir nuestras vidas.
Últimamente, veo con frecuencia a una parejita de mi edad con los que nunca he intercambiado palabra a pesar de haberlos mirado de reojo durante muchos años. Cuando me tropiezo con ellos, siempre me viene a la mente aquella tarde en la terraza del Hotel Médano en que los vimos entrar jóvenes y sonrientes, unos recién casados cogidos de la mano. Sé que los miramos con la envidia de los veintipocos años. Tan jóvenes y ya estaban casados. Para nosotras, deseosas de encontrar a Mr Right, aquellos dos eran iniciados que habían vislumbrado el mundo de los adultos y estaban frente a los tabúes que aun nos hacían ruborizar.
Pero el tiempo pasa rápido y, ya es tanto el que ha pasado desde entonces, que ambos se han convertido en abuelos. Yo los sigo mirando de reojo y, aunque nunca sospecharían ser tema de blog, sí que su contemplación me ha servido para ilustrar la frasecita del principio.
Si los viera entrar ahora en la terraza de aquel hotel no sentiría ninguna envidia. Los años me muestran que las soledades que atravesé estaban diseñadas para mí y que, gracias a lo que parecían contrariedades y desaciertos, he recibido regalos inesperados. No, visto desde hoy, no me hubiera gustado ser yo la que entraba cogida de la mano de mi joven marido.
¡Ahora sí que lo entiendo!

jueves, 24 de junio de 2010

La partida

(imagen bajada de internet)

Caminaba por la calle hacia casa cuando el mundo a mi alrededor se me presentó de una manera peculiar. De repente sentí que andaba metida en medio de un decorado de cartón-piedra con edificios que se llenaban de inquilinos condicionados por las distribuciones caprichosas de arquitectos sin imaginación. Las tiendas eran escenarios donde se representaban comedias de intercambios mecánicos, sonrisas y expresiones de interés. Observé como todas las personas que caminaban a mi alrededor estaban representando un papel y se movían igual que lo hacen las fichas en el tablero de un juego de mesa. Más allá, en el paseo, ejércitos de personas vestidas con chándal y auriculares en las orejas marchaban a ritmos diversos propulsados por los brazos caídos a ambos lados del cuerpo. Nadie hablaba, todos miraban al frente como autómatas a la espera de la llegada de un hipotético platillo volante entre las palmeras.
Llegó la tarde y mientras pasaba el rastrillo en el jardín para recoger las hojas caídas, ví llegar a la verja de fuera a un par de mujeres jóvenes parapetadas tras sus sillitas en las que portaban sendos bebés. El caso es que mi vecina acaba de tener un niño y, tal como corresponde al guión del juego, venían a visitar a la nueva mamá en un ritual que últimamente se viene repitiendo cada tarde y que me devolvió la sensación de la partida sobre el tablero. Todas las señoras jóvenes con niños de la ciudad deben de haber contemplado alguna señal en la bóveda celeste, invisible para los otros seres, que les ha hecho acudir a casa de mi vecina como otrora hicieran los Reyes Magos siguiendo la estrella de Belén.
Seguí recogiendo las hojas, tal y como correspondía a mi parte en el juego y he vuelto a mover ficha en esta partida incierta en la que a veces pierdo y a veces también gano.

martes, 22 de junio de 2010

¡Me quedé helada!

(imagen bajada de internet)

Dicen que las épocas de crisis, aparte de sumirnos en un estado de nerviosismo e impotencia, vienen cargadas de regalos y oportunidades de crecimiento. Supongo que será verdad por lo que voy a contarles.
El sábado pasado amaneció nublado pero aun así fuimos a bañarnos al club náutico. No se veía a mucha gente por allí, pues las nubes habían dejado a los asiduos sentados en el sofá viendo el mundial o tumbados en una merecida siesta semanal. Disfrutamos, por lo tanto, de un despoblado paraíso que brilló glorioso bajo el sol radiante de la tarde.
Tras el baño en el mar y la comida, decidí ir a comprar un par de helados al puesto que año tras año se monta frente a las piscinas durante la temporada de verano. Pregunté cortesmente a la empleada por el precio de los cucuruchos de una bola y obtuve un 1.85 euros como respuesta. ¡Me quedé helada! El año pasado costaban 1 euro, comenté, y ante la inexplicable subida decidí dar la media vuelta e irme sin mi helado.
La verdad es que estaba rabiosa de que en la situación actual en la que la mayoría de las familias han visto sus sueldos recortados, unos señores decidan subir el precio de los helados en un 85% aprovechándose de que los padres cederán y aflojarán la pasta ante la insistencia de sus caprichosos hijos.
En ese momento decidí que aprendería a hacer mis propios helados y, ni corta ni perezosa, consulté las recetas en internet ¿dónde si no? Comprobé lo fácil que es hacer el helado casero y me decidí por una receta de helado de dulce de leche. Compré la nata para montar y puse a hervir una lata de leche condensada y voilà! ... se supone que ahora tendría que decir que me salió un helado maravilloso. ¡Pues no! la nata no montó bien y, aunque enfrié la nata y el bol, mi batidora no parece ser la adecuada. No he perdido la fe y mañana mismo salgo a comprar la nata ya montada.
Por eso coincido con lo dicho al principio: ¡esta época nos puede enseñar mucho! Y, además, tengo planes de aprender a coser, no sólo para ahorrar en la compra de vestuario sino para, entre puntada y puntada, conseguir relajarme un poco más.

sábado, 19 de junio de 2010

La isla de El Hierro


El Hierro, La Legendaria, es la isla más meridional y occidental del Archipiélago Canario. Ya en el siglo II, Ptolomeo fijó el meridiano cero en el extremo más occidental de la isla, el faro de Orchilla, constituyendo el fin del mundo conocido hasta entonces. No fue hasta el siglo XIX cuando fue desplazado por el meridiano de Greenwich (Inglaterra).
Los primitivos habitantes fueron los Bimbaches, de origen bereber, que vivían en cuevas y casas de piedra y que no mantenían contacto alguno con otros pueblos, subsistiendo de los recursos que les proporcionaba la isla: agricultura, pastoreo, pesca...
El Hierro fue conquistada por Jean de Bethencourt a principios del siglo XV, en el marco de la conquista normanda del archipiélago canario, que sometió a las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro. Los bimbaches ofrecieron escasa resistencia y pronto fue colonizada la isla con campesinos procedentes de Europa que no tardaron en mezclarse con la población original.
La isla, de 278 kilómetros cuadrados, ofrece una gran variedad de paisajes de marcada personalidad: desde las zonas áridas y formaciones volcánicas del sur, las fértiles tierras bordeadas por muretes de piedra que nos traen recuerdos de Irlanda y los frondosos bosques de pinos y laurisilva del centro.
Declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en el año 2000, El Hierro se ha mantenido alejada del turismo convencional para alegría de todos aquellos que quieren que mantenga su verdadera identidad.
Para todos los que deseen gozar de la tranquilidad que proporciona el contacto con la naturaleza en una isla cargada de magia y leyendas, les recomiendo El Hierro como el lugar ideal para pasar unos días inolvidables y huir de las altas temperaturas del verano. ¡Estoy segura de que no se arrepentirán!
* Casa rural La Era: alojamiento recomendado en El Mocanal, Valverde.

lunes, 14 de junio de 2010

Inútil nostalgia


A veces siento que me invade la nostalgia. Añoro los paisajes limpios de mi infancia, los verdes campos cubiertos de flores salvajes, los frutos maduros al alcance de la mano. Con el tiempo me voy convenciendo de que la nostalgia no lleva a ninguna parte, es un sentimiento oneroso que sólo proporciona una tristeza acolchada que nubla la vista. Para convencerme me digo que nadie añora vivir en la Edad de Piedra y me explico a mí misma que ahora sucede lo mismo: el mundo ha ido cambiando a nuestro alrededor y es normal que los paisajes se adapten a la ciudad global en la que vivimos.
A pesar de todo ello y de la buena voluntad que pongo en mi empeño continúo sintiéndome rara con las cosas que veo y añoro los espacios de antes en los que me podía perder en contacto con una naturaleza desregulada e intimista. El mundo se ha vuelto anónimo con calles iguales por las que circulan desconocidos preocupados por buscar un sentido a sus vidas en medio de un decorado de cartón piedra.
Por la tele nos bombardean con programas que muestran la barbarie que los seres humanos hemos infligido al planeta: pesca masiva, desclasificación de especies protegidas, vertidos de crudo descontrolados, contaminación acústica, aditivos alimenticios... y si nos acercamos a algún paraje un poco alejado nos topamos con basura tecnológica abandonada en las cunetas.
Me cuesta mucho, pero confío en poder dejar atrás la nostalgia para adaptarme a este mundo cambiante que me ha tocado vivir y sigo pensando que la morriña no es la mejor manera de interpretar el mundo.

jueves, 10 de junio de 2010

Para vosotros

Un poco de color en esta época gris que estamos pasando pero que sin duda dará paso a un mundo mejor. ¡Va por vosotros!

martes, 8 de junio de 2010

Un instante

Hace unos meses renové mi móvil y conseguí un aparato nuevo, de última generación, que tiene una cámara de fotos de 8.0 megapixels. No soy demasiado aficionada a sacar fotos, pero tener una cámara como ésta en el móvil que llevo a todas partes me está ayudando a captar momentos que poder compartir en mi blog con todos ustedes.
Volvía del supermercado a última hora de la tarde y, aunque vivo casi en el centro de la ciudad, tengo la suerte de tener el campo alrededor de mi casa. O sea que tengo todo: el campo y la ciudad a un tiro de piedra. Bueno, como decía, acababa de salir del supermercado y al pasar por este campo que se extiende detrás de un murete de piedra no pude evitar pararme a contemplar la luz del atardecer y su reflejo blanquecino sobre estas extrañas flores que han crecido últimamente.
Dejé la compra en el suelo y saqué mi móvil del bolsillo para inmortalizar el instante. En ese momento, un señor que venía en dirección contraria hizo lo mismo que yo, se paró y sacó su móvil. Lo miré y sonriendo le dije: '¡no se puede uno resistir! ¿verdad?'. Me sonrió mientras asentía.
Es el paisaje de una época de mi vida que a la luz de la tarde se mostraba efímero y perecedero. Pasará cuando me aleje y ya no siga ese camino para volver del supermercado o sucumbirá bajo las palas que transformen el paraíso en un parque temático. Ahí les dejo ese instante congelado que, un extraño y yo, compartimos sin proponérnoslo a través de nuestras cámaras.

domingo, 6 de junio de 2010

Corpus Christi




Hoy domingo, La Laguna celebraba el día del Corpus. Anoche, cuando regresábamos a casa, ya vimos grupos de personas agachadas en medio de la calle pintando el asfalto para luego rellenar el dibujo con flores, frutos y arenas de colores. Después de varios días de calor sofocante cambió el tiempo. Las nubes, arrastradas por fuertes vientos, cubrieron el cielo e incipientes gotas de lluvia empezaban a limpiar la atmósfera cargada de polvo del desierto. ¡Los pobres!- exclamé al ver a todas aquellas personas trabajando- ¡el viento se va a llevar todo por los aires!
Después de años sin pena ni gloria, las fiestas tradicionales están volviendo a arraigar en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad. Se ha puesto de moda pasear por sus húmedas calles peatonales. La Laguna tiene ese caracter especial de pequeña ciudad en la que todo el mundo se encuentra cómodo con un jersey atado a la cintura, por si acaso.
Sobre las seis de la tarde salimos a caminar entre la multitud. Admiramos las alfombras, que milagrosamente seguían intactas, y no esperamos por la procesión porque el viento fresco nos convenció de que lo mejor era poner rumbo a casa.


No me puedo resistir a dejar una última foto que deja bien a las claras el cinismo de la sociedad en la que vivimos... pero, ¡ésa es otra historia!...

miércoles, 2 de junio de 2010

A deshora




El desierto se sacudió la arena con tal furia que una suave película de polvo cubre el sofocante calor. Salimos al oscurecer, como las cucarachas, en pos de los tímidos aires frescos de la noche. Estamos todos, sonrientes, a deshora, transgrediendo rutinas. En estos días de calor la naturaleza nos empurra la cabeza en la pura existencia. La vida vibra con fuerza bajo el engañoso sopor. Los cuerpos se insinúan, desprendiéndose de innecesarios ropajes, y el sudor se enfría en contacto con una insólita hebra de aire.
Lo inusual nos hace más humanos en un mundo mágicamente iluminado por otra luz donde las sombras se magnifican animadas por el tembloroso espejismo.
Ella también salió. La ví volver triste e insatisfecha con el rostro manchado de churretes de rimmel mezclados con sudor y alguna que otra lágrima. Me miró asustada al ser pillada a deshora, en esos momentos en los que los seres compartimos el mismo aliento.

martes, 1 de junio de 2010

¡Díme un nombre!



¡Díme un nombre! - nos gritaba el muro con voz ronca al vernos pasar. Volvíamos nuestros ojos hacia aquella muralla de piedra vieja que ocultaba un oasis de frutales regados por agua fresca del pozo. Seguíamos como si tal cosa, gesticulando como si fuéramos mayores, hasta que nos deteníamos a admirar las cicatrices que otros habían horadado en la dura roca rascándola con fuerza para tatuar en la superficie nombres y fechas rubricados por irregulares corazones atravesados por lacerantes flechas. Si empinábamos los oídos podíamos sentir la brisa soplando retahílas de nombres seguidos de fechas irrelevantes que un día contuvieron la eternidad.
¡Díme un nombre! - susurraba la voz cada vez que nos veía pasar. Llegará el día en que vendrás a mí con un nombre y una fecha, y me atravesarás el pecho con un afilado aguijón.


***********


Te dije el nombre y puse una fecha. Tracé mi secreto débilmente en tu carne, el pulso me temblaba y las letras, una tras otra, me alteraban la respiración. Tu fría piel se mostró cálida en un momento de confianza eterna. Hoy he pasado y me he acercado a ver los tatuajes borrosos respirando heridas de otros tiempos.
Y mientras lo hacía, me pareció oir - ¡Sé tu nombre! Alcé la mirada y te ví. Sonreiste. Me pareció que marchabas hacia algún lugar donde poder guardar nuestros secretos para siempre.


jueves, 20 de mayo de 2010

Un viento de rumores

(foto tomada de internet)

War! that mad game the world so loves to play. ~Jonathan Swift


Un viento de rumores, de cuchicheos incesantes, fue colándose por las rendijas hasta que no quedó más que el silencio. Los ojos se abrieron, se cerraron las gargantas, y los rostros, sin encontrar cobijo tras las palabras, se contorsionaron en mil mudos gestos de miedo y rabia. Nos quedamos solos, sin el otro, sin aquel que nos daría la puñalada certera tras habernos regalado una sonrisa. La vida parecía latir con más fuerza que antes, con la urgencia de lo que se acaba, con la inesperada vitalidad del moribundo.
Hasta la solitaria casa llegaba el siseo de las conversaciones de Capitanía puntuadas por un ir y venir de personajes de paso y luces encendidas hasta el amanecer. La tristeza y el misterio se posaron sobre la ciudad como un manto de aceptación de lo inevitable arrancando de cuajo, con feroz gesto, la voluntad de todos. Y entonces llegó la noticia.
Eran palabras lejanas, venidas de más allá de las fronteras, relatando horrores con nombres familiares enhebrando historias. El capricho detenía a personas normales y corrientes con el más ligero pretexto. Mi hermana y yo acompañamos a Julita a ver a su padre encarcelado en Capitanía. Nos esperaba junto a la reja con la cabeza rapada y los ojos abiertos de par en par. Al día siguiente lo ejecutaron. Tenía veinticinco años.
La luz amarillenta reverberaba en el espejo del tocador de mamá. Los cuatro, en pijama, echados sobre la cama grande reíamos. Mi madre bordaba en el sillón y mi padre, a los pies de la cama, daba vida a unos muñecos de guiñol fabricados por él. Papá inventaba historias disparatadas sobre la marcha e infundía a cada uno de los muñecos una voz característica. ¡No podíamos estar en guerra!
Primero pensamos que eran los muñecos, pero la insistencia nos trajo el sonido de alguien llamando a la puerta. Papá bajó a abrir y se encontró de frente con unos policías que, tras horas de vigilancia, sospechaban que había en casa una reunión clandestina. Las diferentes voces que mi padre le ponía a los guiñoles les habían hecho creer que, efectivamente, un montón de personas estaban tramando algo peligroso. Después de registrar la casa sin encontrar a nadie, justificaron su visita llevándose la radio, que cada noche traía explicaciones de lo que sucedía en todos los puntos del país.
Al cabo de algunos meses, llamaron de nuevo a la puerta en medio de la noche. Ya sin radio, lo único inusual que teníamos era una nevera, necesaria en la clínica para guardar los alimentos fríos que tomaban los enfermos operados de garganta. Al ver a la policía en la puerta, mi hermano pequeño salió corriendo en busca de mi madre: ‘Mamá, ¡la policía!... ¡esconde la nevera, que se la llevan!’

(Historia basada en un hecho real)

domingo, 9 de mayo de 2010

¿Enseñar o aprender?


Desde mis primeros juegos infantiles siempre elegía, sin saberlo, lo que después se convertiría en mi profesión. Me volvía loca por un par de tizas con las que reproducir en cualquier superficie oscura que me saliera al paso lo que se garateaba en las pizarras del colegio durante la semana.
Con el tiempo, casi de carambola, vine a parar a esta profesión que tan gratos momentos me ha proporcionado y que ha colmado mis deseos de transmitir con la mayor eficacia lo poco que sé para intentar, en la medida de lo posible, facilitarles a otros el camino.
Sin embargo, hoy en día cuando pienso en este tema me viene invariablemente a la memoria una historia que alguien me contó hace poco y que refleja la cuestión que hoy quiero plantear:
En cierta ocasión, un viejo profesor es invitado a visitar un centro escolar en el que, casualmente, se encuentra trabajando un antiguo alumno suyo. Éste, emocionado al ver a su antiguo profesor, le ruega encarecidamente que asista a la clase que va a dar a continuación. El profesor accede y se sienta en la última fila a escuchar atentamente. La clase se va desarrollando con normalidad, aunque el invitado percibe una serie de disparates garrafales en las explicaciones del maestro. Al concluir la sesión y cuando el pupilo le demanda su opinión de la clase, el viejo profesor le sugiere con mucho tacto que asistiera a un curso de reciclaje para repasar un poco la materia puesto que había observado un par de incorrecciones. El alumno, sin pensarlo, le responde sonriente: "Ah, no, profesor... a mí no me gusta aprender. ¡A mí lo que me gusta es enseñar!"
A partir de esta historia me pregunto incesantemente si a mí verdaderamente me gusta aprender o si lo que en realidad me apasiona es enseñar. Es fácil caer en la rutina de manosear los mismos temas año tras año y, como aquellos rancios catedráticos, ir a clase con un par de folios amarilleados por el paso implacable del tiempo. A veces nos interesamos más por una actividad llamativa que realizar en clase que por transmitir la materia de un modo más efectivo que la vez anterior. Tal vez nosostros enseñamos para obligar a los otros a que realicen la tarea que no encontramos tan grata: aprender.
¿Y a tí ? ¿qué te gusta: enseñar o aprender?

miércoles, 5 de mayo de 2010

Sin futuro

Cuando éramos pequeños solíamos decir frases como ésta: 'Si me das un poco de bocadillo, te invito a mi cumple'. Comprendíamos ya entonces que cuando nuestro amigo nos daba parte de su bocadillo se privaba de algo y, para compensarle por su pérdida, nos apresurábamos a invitarle a el acontecimiento más importante del año: nuestra fiesta de cumpleaños.
Los niños americanos en la popular fiesta de Halloween van de casa en casa llamando a las puertas al grito de: 'Trick or treat' que significa algo así como 'Trastada o regalo' exigiendo unos caramelos y advirtiendo a los habitantes de la casa de que, en caso de no recibirlos, podrían romper una ventana o lanzar un huevo contra la pared.
Toda propuesta hasta ahora ha tenido una contrapartida: ofrecemos algo bueno a cambio de una renuncia o privación.
Sin embargo, las palabras de Papandreu 'sacrificio o catástrofe' no dan lugar a la esperanza pues, hagamos lo que hagamos, invariablemente nos espera el castigo. No hay elección, nos exhorta a elegir entre lo malo y lo peor.
La semana pasada el politólogo argelino Sami Naïr, en unas charlas celebradas en CajaCanarias, decía que el mundo actual se ha vuelto melancólico y ha fijado los ojos en el pasado incapaz de vislumbrar un futuro. Rrecordamos cómo en los años sesenta y setenta el mundo soñaba las maravillas de progreso y ocio que traerían los nuevos tiempos, e incluso algunos se llegaban a preguntar qué haríamos con ese tiempo libre cada vez más holgado que disfrutaríamos en el futuro.
Hemos recorrido un largo trecho para encontrarnos con que nuestro tiempo libre apenas existe ocupados como estamos en generar recursos para costear toda una serie de necesidades, cada vez mayores en número, a las que no queremos ni podemos renunciar a estas alturas. Y aquella otra imagen de un mundo futuro en el que todos los deseos tendrían respuesta y no habría reductos de pobreza ha estallado en pedazos ante nuestros ojos.
La melancolía, la nostalgia nos hacen rememorar otros épocas y, mientras tanto, con los ojos empañados por el desengaño se desangran nuestras energías de ilusión por la llegada de tiempos mejores.
Tal vez en los patios de colegio se oigan ya hoy frases como:'si me das un poco de bocadillo, te doy un puñetazo en el estómago'. Ya sabemos que los niños, en toda su candidez, lo único que hacen es imitar a los mayores.


domingo, 2 de mayo de 2010

Sacrificio o catástrofe

El domingo pasado nos despertamos con las palabras del Primer Ministro Griego, Papandreu, exigiendo al pueblo 'sacrificio o catástrofe'. Los poderosos están empeñados en seguir haciéndonos sentir culpables de la crisis financiera que estamos atravesando. Para ello instan a las multitudes a apretarse los cinturones y dejarse esquilmar para salvar la maquinaria económica que se ha atascado.
¡Qué fácil resulta cambiar el foco y señalar a los inocentes a los que se les acusa ferozmente de haber producido la ruina de la hacienda púbica! Los castigan amenazándoles con recortarles los sueldos un 30% y tocar las sagradas pensiones. En este ambiente inquisidor hasta los políticos se han atrevido a anunciar recortes en los salarios y en las pensiones, temas que no se solían tocar para no perder adeptos en las elecciones.
Las autoestimas dañadas de las clases asalariadas les hacen sentir vulnerables y solidarios por lo que aceptan sin rechistar su cuota de participación en dicha ruina.Y, mientras tanto, los verdaderos culpables se agazapan detrás de ellos esperando no ser vistos. Son las entidades financieras y las grandes multinacionales cuyos directivos se siguen aprovechando de las circunstancias para despedir trabajadores y subirse los sueldos y los bonus de los que disfrutan. En mi comunidad autónoma han aprovechado la voluntad del gobierno de hacerse cargo del pago de la seguridad social de los nuevos contratos para despedir a los antiguos trabajadores a los que han sustituido por otros a los que, aparte de no pagarles la seguridad social, les han rebajado los sueldos. Los bancos, por otra parte, se han cerrado por banda y haciendo oídos sordos de las súplicas de clientes sin capacidad de maniobra han ido quedándose con las propiedades o renegociando deuda cargada de tasas que han pasado a engrosar sus pingües ganancias. Los políticos también han contribuido a este desmantelamiento de los caudales públicos por el saqueo inmoral que han hecho cada vez que han tenido la ocasión. No gano para sorpresas, ya que la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha declarado textualmente que 'la corrupción es consustancial a las instituciones'. La verdad es que me quedo anonadada con este razonamiento tan deslumbrante. La corrupción no sólo no es consustancial con las instituciones, sino que es una monstruosa inmoralidad aprovecharse del acceso al dinero público para meter la mano en la bolsa y llevarse a casa el botín.
La crisis la padecerán los débiles que son los que tendrán que arrimar el hombro y apretarse el cinturón. Los poderosos siempre salen victoriosos de estos trances que aprovechan para incrementar sus ganancias explotando la debilidad de los otros. Pero, tal es su ceguera que no se dan cuenta de que sin la masa no tendrán posibilidades de éxito en ninguna empresa que inicien. Están matando a su gallina de los huevos de oro sin saberlo.
¿Quién va a comprar los coches de lujo? ¿Cómo vamos a poseer los chalets de diseño que construyen? ¿A qué mercado se van a dirigir las empresas de ocio?
Al pueblo desde luego que no y entonces ¿van a cerrar todas las empresas? o ¿se van a decidir finalmente a repartir un poco para fabricarse unos potenciales clientes y conseguir que la rueda de la economía vuelva a girar?


jueves, 29 de abril de 2010

Mundos paralelos


En estos tiempos tan interesantes ocurren cosas verdaderamente sorprendentes que damos por hecho sin percatarnos de lo que en realidad revelan. Ya hace tiempo comenté en un antiguo blog unas declaraciones de Victoria Beckham en las que aseguraba que le haría mucha ilusión tener una hija. Hasta ahí, la noticia no tendría ninguna relevancia puesto que la buena señora tiene tres hijos varones y no hay nada de particular en el hecho de deseara tener una niña. Sin embargo Victoria añadía a continuación que la razón por la que quería tener una hija era para que heredara su ropa y la imitase en el futuro. Aquí es donde a uno se le ponen los ojos a cuadros ante tanta superficialidad.
Nuestros periódicos están plagados de noticias de una frivolidad incomprensible en un mundo en el que la mayoría están pasando dificultades. La semana pasada se aseguraron los pulgares de Fernando Alonso por diez millones de euros y, aunque el muchacho no deja de parecerme un gran deportista, no creo que su vida sea per se más valiosa que la de cualquier otro. Sin embargo, nosotros hemos aprendido a no darle importancia y a ver este hecho como normal.
Esta sociedad ha ido creando una especie de mundo paralelo en el que unos cuantos elegidos gozan de un edén en la tierra a años luz de la existencia de los que nos consideramos normales. No entendemos la reacción de Victoria Beckham porque ella no vive en nuestra realidad sino en un mundo cuyas cifras no podemos siquiera imaginar en nuestra cabeza. Por su parte, para ella sería totalmente incomprensible cualquier razonamiento que pudiéramos hacer acerca de los motivos por los que a nosotros nos gustaría tener una hija.
Son los super, los elegidos, tratados con toda la fuerza de los avances médicos que hacen de esa raza una especie diferente con todas las perfecciones estéticas y la selección genética, si fuera preciso, para concebir vástagos con talentos especiales capaces de dominar el mundo.
Vivimos convencidos de que compartimos una misma existencia , pero en realidad nos debemos a paradigmas diferentes y estamos abocados a no encontrarnos. Aunque a mí me enseñaron que las líneas paralelas se llegan a tocar, allá, en el infinito.

martes, 27 de abril de 2010

¡Ojalá vivas tiempos interesantes!

Si nos despidiéramos de alguien con la frase ¡Ojalá vivas tiempos interesantes! probablemente conseguiríamos que nuestro interlocutor sonriera satisfecho pensando que le deseamos un gran bien . Sin embargo, según oí en la radio hace unos días, los chinos la emplean como una especie de maldición. Los tiempos interesantes son, sin lugar a dudas, tiempos de grandes dificultades, de tal manera que lo único que hacemos al pronunciarla es lanzar a nuestro enemigo a un mundo confuso lleno de trampas.
Me pregunto entonces si a nosotros nos ha maldecido un chino pues los tiempos por los que discurrimos son bastante interesantes. Asistimos a un periodo de incertidumbre y depresión después del festín de los últimos años. Poco a poco hemos ido frunciendo el ceño al tiempo que cerrábamos las puertas de nuestras casas y nuestros corazones, sumidos en preocupaciones económicas y dilemas morales.
Las alarmas vibran en mi cabeza cada vez que voy al supermercado. Acostumbrada a ver subir los precios de la noche a la mañana, ahora contemplo estupefacta como el local se inunda de grandes etiquetas rojas que señalan las múltiples ofertas. Miro a mi alrededor asombrada esperando ver la alegría compartida de llevar una bolsa llena por poco dinero y todo lo que veo son clientas temerosas aferradas a un monedero manoseado en el que tintinean un par de monedas.
Las listas del paro cada vez más abultadas, los restaurantes vacíos, las calles desiertas, los infames programas televisivos, la pérdida de valores, la indignidad comprada con dinero. Los funcionarios en el punto de mira ridículamente acusados de haber producido la peor crisis de la historia, mientras los poderosos no cejan en sacar provecho hasta del último suspiro.
Es el castigo de la culpa el que nos devora por haber soñado que teníamos derecho a una vida mejor, por haber querido que nuestros hijos tuvieran más oportunidades que nosotros, por haber caído presas de una publicidad que tiraba de nuestras tarjetas de plástico para invitarnos a comprar por comprar.
Y mientras, espantados, entonamos el 'mea culpa', el mundo se conmociona con guerras declaradas en nombre de Dios, jueces sentados en los banquillos, papas a punto de ser procesados, curas pederastas y niños sicarios.
¿Hay alguien que aún dude de que, efectivamente, 'estamos viviendo tiempos interesantes'?