miércoles, 6 de octubre de 2010

CONCURSO PARADELA (Octubre): El retrato


Me creo moderna cuando miro la foto. Tan engañada estoy yo como lo estaba ella cuando pensó que aquel momento duraría para siempre. El ojo travieso de la cámara le proporcionó la posibilidad de calmar su alma cuando, años después, el tiempo se le escapaba y parada frente al retrato se buscaba en él. Entonces la caliente nostalgia se abría paso desde su interior generando en ella la impotencia y el desasosiego del nunca más.
Aún era capaz de recordar la tirantez de los rulos plegando sus cabellos la víspera. Los tubos de metal que la vecina manejaba con gran habilidad mientras contaba mil anécdotas recogidas aquí y allá y rociadas con toques de imaginación. Hasta ella llegaba el fuerte olor a alcanfor del vestido de paño de Zamora que languidecía guardado en el ropero de caoba y el tintineo de la medalla del Sagrado Corazón que tanto había hecho para atraer al indeciso novio. Le impresionaban sus ojos, jóvenes, prematuramente desprovistos del brillo de un par de años antes. Incluso sentía la verguenza de sus sentimientos de entonces: una mezcla de orgullo y rabia por culpa de ese ser cuya pequeña vida lo había invadido todo.
La foto quedó detenida en el tiempo mientras sus protagonistas continuaron bogando por los ríos de la vida. La madre y el bebé se han aunado en el tiempo y ya no tienen edad. Todos somos todo a la vez: bebés, niños, jóvenes, adultos y ancianos y, además, somos antiguos, aunque algunos creamos que no.