jueves, 20 de mayo de 2010

Un viento de rumores

(foto tomada de internet)

War! that mad game the world so loves to play. ~Jonathan Swift


Un viento de rumores, de cuchicheos incesantes, fue colándose por las rendijas hasta que no quedó más que el silencio. Los ojos se abrieron, se cerraron las gargantas, y los rostros, sin encontrar cobijo tras las palabras, se contorsionaron en mil mudos gestos de miedo y rabia. Nos quedamos solos, sin el otro, sin aquel que nos daría la puñalada certera tras habernos regalado una sonrisa. La vida parecía latir con más fuerza que antes, con la urgencia de lo que se acaba, con la inesperada vitalidad del moribundo.
Hasta la solitaria casa llegaba el siseo de las conversaciones de Capitanía puntuadas por un ir y venir de personajes de paso y luces encendidas hasta el amanecer. La tristeza y el misterio se posaron sobre la ciudad como un manto de aceptación de lo inevitable arrancando de cuajo, con feroz gesto, la voluntad de todos. Y entonces llegó la noticia.
Eran palabras lejanas, venidas de más allá de las fronteras, relatando horrores con nombres familiares enhebrando historias. El capricho detenía a personas normales y corrientes con el más ligero pretexto. Mi hermana y yo acompañamos a Julita a ver a su padre encarcelado en Capitanía. Nos esperaba junto a la reja con la cabeza rapada y los ojos abiertos de par en par. Al día siguiente lo ejecutaron. Tenía veinticinco años.
La luz amarillenta reverberaba en el espejo del tocador de mamá. Los cuatro, en pijama, echados sobre la cama grande reíamos. Mi madre bordaba en el sillón y mi padre, a los pies de la cama, daba vida a unos muñecos de guiñol fabricados por él. Papá inventaba historias disparatadas sobre la marcha e infundía a cada uno de los muñecos una voz característica. ¡No podíamos estar en guerra!
Primero pensamos que eran los muñecos, pero la insistencia nos trajo el sonido de alguien llamando a la puerta. Papá bajó a abrir y se encontró de frente con unos policías que, tras horas de vigilancia, sospechaban que había en casa una reunión clandestina. Las diferentes voces que mi padre le ponía a los guiñoles les habían hecho creer que, efectivamente, un montón de personas estaban tramando algo peligroso. Después de registrar la casa sin encontrar a nadie, justificaron su visita llevándose la radio, que cada noche traía explicaciones de lo que sucedía en todos los puntos del país.
Al cabo de algunos meses, llamaron de nuevo a la puerta en medio de la noche. Ya sin radio, lo único inusual que teníamos era una nevera, necesaria en la clínica para guardar los alimentos fríos que tomaban los enfermos operados de garganta. Al ver a la policía en la puerta, mi hermano pequeño salió corriendo en busca de mi madre: ‘Mamá, ¡la policía!... ¡esconde la nevera, que se la llevan!’

(Historia basada en un hecho real)

14 comentarios:

Candela dijo...

Se puede tocar la historia, tanto que parece más un recuerdo de quien lee y le provoca angustia. Alicia, qué bien escribes.

Alicia dijo...

Gracias Candela por tu comentario. Son historias que me contó mi tía y yo estoy tratando de ponerlas por escrito. ¡Me alegra que te haya gustado! Un abrazo

I. Robledo dijo...

Amiga, me has dejado atragantado...

Miles de historias como esa duermen tiradas en las cunetas... Y ni siquiera admiten a enterrar "como Dios manda" a los muertos...

Habra que esperar otros cien años, supongo, para que la maldicion pierda la inmensa fuerza que todavia tiene...

Un abrazo, amiga

Alicia dijo...

Las historias deberían recogerse de las cunetas y ocupar el hueco que les corresponda dentro de la historia... una historia triste la de nuestro país que debemos mantener viva como advertencia para no volver a caer en el mismo error. Un abrazo

virgi dijo...

¡Cuántas historias deseando salir a la luz! Espero que sigas en ello, un placer leerte, nos reflejamos en tus escritos, aunque no los hayamos vivido.
Un montón de besos

Ligia dijo...

Historia triste, pero el final tiene un toque de humor genial. Abrazos

Alicia dijo...

Gracias Virgi, me anima saber que te gusta lo que escribo... ya sabes que admiro tu talento. Un abrazo

Alicia dijo...

Gracias Ligia por tu visita siempre fiel... me alegra haber puesto una sonrisa en tus labios al final del escrito. Un abrazo

tanci dijo...

Querida Alicia: Esta nueva entrada, este nuevo giro a tus escrito vuelven a ponerme expectante de nuevo. Siempre ha sido un placer leerte. Siempre ha sido una ilusión esperar nuevas entradas cargadas de nuevas historias acompañafas de inmensos garabateos jugando con tus palabras en movimiento. Ahora nos tocas, de nuevo con historias basadas en hechos reales, tan íntimas, tan vividas que, quizá, quedaron ahogadas en un silencio familiar. Te agradezco, de nuevo,que compartas estos relatos tan bien cosidos para que no perdamos de vista lo acontecido. Te mando un abrazo de los grandes.

Alicia dijo...

Gracias Tanci por tus maravillosas palabras tan bien cosidas y puntuadas como tus haikus... Quiero felicitarte por tus dos años continuados de compañía que espero que se prolonguen en el tiempo infinito. Un abrazo

mónica dijo...

Bueno, del post ya te dije lo que pensaba... Sölo quería mansarte un abrazo fuerte y desearte un muy feliz fin de semana.

Conchi dijo...

Querida Alicia, te admiro como escritora y como persona, ya te lo he dicho, ¿no? jeje. Tu historia me enganchó, me hizo recordar otras historias similares y, al final, también me hizo dibujar una sonrisa.
Esta vez empezaste con un estilo más formal, creo, y terminaste con otro más informal. Me gustó en conjunto.
Sigue escribiendo porque ¡tú sabes!
Un abrazo muy grande
Conchi

Alicia dijo...

Gracias Mónica por tus deseos... Espero que tú también hayas tenido un fin de semana maravilloso, a pesar de la cantidad de trabajo que se supone que tienes por delante. Te mando un abrazo y mis mejores deseos para esta próxima semana tan complicada

Alicia dijo...

Conchi, sigo escribiendo en cierta medida por el aliento que recibo de personas como tú... te agradezco tus palabras y estoy en ello porque quiero seguir adelante. Un abrazo