jueves, 17 de enero de 2013

¡Oye!






Me da la impresión de que a nosotros, los españoles, no nos gustan demasiado las palabras cortas. ¿Será que su longitud no nos proporciona el tiempo necesario para pensar lo que vamos a proferir al minuto siguiente? o tal vez se trate de un vestigio de aquellos tiempos anhelados en los que nuestro país clavó su bandera en casi todos los lugares del planeta y nos acostumbramos a la grandeza que proporciona el oro. El caso es que, siendo la hija de un otrorrinolaringólogo (palabra larga que debe representar el súmmum del poderío), me siento muy herida por el tratamiento que está teniendo en nuestra sociedad ese verbo tan esencial como es el verbo "oír" consistente en tres letras de nada, vocales además dos de ellas, y una tilde incrustada en su mitad como una daga.
A primera vista nos podría parecer que la palabrita carece de cualquier trascendencia, aunque ese verbo chiquitito raquítico encierre una de las capacidades más esenciales del ser humano, pues es capaz de proporcionarnos el lenguaje y, con él, la columna vertebral de nuestra relación con la sociedad y con nosotros mismos. Su ausencia nos sume en el más terrible de los aislamientos, una alienación tal vez superior a aquella que proporciona la falta de visión.
Para no perder el hilo de mi discurso volveré al principio, a fijarme en esas tres famélicas letras que constituyen según la Real Academia de la Lengua el cuerpo de lo que significa: "percibir con los oídos", con lo que la pregunta "¿Me oyes?" significa literalmente: "¿Me percibes con los oídos?".
Pues bien, ¡Ya nadie dice eso! Les debía parecer muy poco sofisticado utilizar un verbo tan mermado y se han decantado por el más rimbombante "escuchar" que, por cierto, no significa lo mismo en absoluto. 
Según la Real Academia, "escuchar" significa "prestar atención a lo que uno oye", entra aquí en juego la voluntad como dejan a las claras frases como: "te oigo pero no te escucho".
Nuestra gente ha elegido la longitud con una palabra cuya última sílaba está aplastada de un manotazo por la  'ch' que contiene. ¿Me pregunto si habrá en la elección un cierto impulso masoquista?
A todas horas oigo presentadores radiofónicos preguntando a sus oyentes (o mejor, escuchantes): "¿Me escuchas?"; "No se te escucha"; "Apaga la radio que no se escucha bien"... 
Mientras tanto, yo me acuerdo de mi pobre padre y del cariño que puso en facilitar la vida del moribundo verbo y me apena pensar que canciones como "Oye, como va, mi ritmo..." de Carlos Santana van a perder su poesía con esa maquiavélica "ch" incrustada en el "Escucha como va, mi ritmo..."

9 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

También hemos emparejado mirar y ver, seguramenet por lo mismo.

Conchi dijo...

Claro que en andaluz cantaríamos: "Cucha, cómo va mi ritmo..." y así sí que destrozaríamos la canción.
De todas formas, con respecto a lo que tú planteas y con lo que estoy totalmente de acuerdo, ¿no será que lo de "escucha" viene del español sudamericano? ¿Quizás del argentino? No sé, pero me suena algo de eso.

Un abrazo
Conchi

alicia barajas dijo...

Puede ser que lo de 'escuchar' venga de hispano-américa... el caso es que cuando veo que ya todo el mundo lo utiliza me da un repelús!! Mi sistema tiene grabado el verbo 'oír' en lo más profundo y se resiente cuando las cosas van en contra de su propia lógica... jaja. Bueno, pues un abrazo y espero que ese cumple haya sido maravilloso.

tanci dijo...

¡Hola Alicia! Que bueno que de nuevo estás por aquí. Que bueno que te puedo volver a "oir", ya que en el lenguaje escrito es lo mismo. Nos leemos, nos escribimos y nos oimos. Oir, escuchar, estar atentos... prestar atención a lo que nos rodea. En definitiva estar cercanos. Pero bien dices que oir, por simple que sea lleva muchas más connotaciones. Se profundiza con el sentido y se interioriza hasta los huesitos internos llenándonos de melodías, ruidos y músicas... también a veces de palabras mal sonantes. Pero oir, al fin y al cabo es tener ese sentido vivo lleno y muchas veces cosquilleante. Cuántas palabras dichas al oido o cercanas a él no han curado un alma abatida por la carencia de alguna palabra cariñosa, auténtica y real. El oido, las palabras, la música se acercan conjuntamente auna buena escucha. Ambos términos tienen cabida para mi.¡Escucha... tiene un oído finísimo! Fino para captar cuando se desafina, para captar cuando las palabras son dichas con el corazón, cuando salen de la boca y nos llegan a nuestros oidos como suaves pelas que curan en un instante.Hay que buscar tiempo para curarse los oídos y por consiguiente velar por la salud. Ya lo dijo cierta vez un excelente y buen otorrino.Que bueno que te vuelvo a oir, Alicia.

alicia barajas dijo...

Gracias Tanci por tu cariño y la espontanea alegría que surge al verme aparecer. ¡Bien merece el verbo 'oír' todas y cada una de las palabras que acabas de utilizar para referirte a él! Yo también me alegro de 'oírte'. Besitos...

FLACA dijo...

Da pena cómo se van perdiendo en castellano bellas palabras. No sé si los hispanoparlantes de América del Sur utilizan con más frecuencia "escuchar" que "oír".De todas formas, si oímos pero no escuchamos somos espiritualmente tan sordos como los que padecen la sordera física. Aquí, en Uruguay, país con la capital más al sur del Sur, creo que se utiliza indistintamente los dos verbos. Es cierto, el sonido de la "ch" es feo, hiere el oído. Pero nosotros -los rioplatenses- no decimos,como la mayoría de los hispanoparlantes "oies" (pronunicando la ye como i) , sino que pronunciamos algo parecido a "oshes"(pronunciando la "ye" bien sonora, no sorda). Claro que en Montevideo, Buenos Aires y sus alrededores, hablamos muy mal y estamos cambiando todas las formas de conjugar. Utilizamos el "voseo" para hablar:"vos" en lugar de "tú", lo que ha llevado a que modifiquemos la conjugación de los verbos en segunda persona del singular. En lugar de decir "tú oies", o "tú oshes", por aquí decimos "vos oís".
Bueno, esto parece una lección de fonética rioplatense. Pero me ha gustado venir a verte, querida compañera de blog y ver que te interesas por la belleza de las palabras. Yo hace años que estoy diciendo que estamos perdiendo el hablar bonito, algo que tan bien =por ejemplo= sabían hacer algunos viejos profesores que fascinaban a sus alumnos con la palabra como único recurso didáctico. Te dejo aquí un fuerte abrazo.

alicia barajas dijo...

Querida Flaca, me ha alegrado mucho saber de ti después de tanto tiempo. Me ha encantado también tu disertación sobre la pronunciación en Río de la Plata... nosotros en Canarias también hablamos de manera singular y no utilizamos nunca el 'vosotros' sino 'ustedes'. Pero, en fin, el caso es que todos nos comuniquemos tan bien como lo hacemos... ¡es una maravilla pensar que hablamos el mismo idioma que tantas otras gentes en tierras tan distantes!
Espero publicar posts con regularidad y disfrutar de tus visitas como hicimos hace tiempo. Te mando un abrazo

FLACA dijo...

Vendré, tenelo por seguro. También estoy segura de que los canarios de aquí hablamos muy parecido a los de allá. Los primeros pobladores de Canelones, el departamento donde vivo fueron canarios; de ahí es que a los moradores de este lugar nos llamen así. Lo que separan los kilómetros y el mar lo unen nuestras palabras. Abrazote.

alicia barajas dijo...

Gracias Flaca por ese abrazo ultramarino