Todos los años, por estas fechas, se asoman a la superficie del mar las temidas medusas. Su llegada es comentada por los bañistas que diariamente acuden al Club Náutico a respirar aire cargado de yodo y desarrollar el espíritu deportivo que les impulsa a darse el tonificante chapuzón. Entre las conversaciones que surgen alrededor de los tentáculos de estos seductores seres, hay una que no falla: 'esto no es normal. Antes sólo había medusas en verano... ¡es el cambio climático!'. Si hacemos memoria nos veremos a nosotros mismos diciendo esa frase el año pasado y el anterior...
No, el mundo no ha cambiado tanto. Ni siquiera decimos la verdad cuando proclamamos que lo que está pasando hoy en día no pasaba hace años. Las circunstancias sí son diferentes, pero los los tozudos acontecimientos se repiten flotando por encima de las olas de las circunstancias.
Los que sí vamos percibiendo las cosas de manera diferente somos nosotros. Objetos que en otros tiempos nos impresionaron por lo avanzado de su tecnología, su diseño aerodinámico y su apariencia casi de ciencia-ficción, nos parecen hoy anticuados artefactos carentes de cualquiera de los atributos anteriormente enunciados.
Todo esto surgió porque el otro día vi circulando en mi ciudad un Seat 127 y de repente me quedé asombrada de su aspecto. Recuerdo que por los setenta, los jóvenes de mi generación se pirraban por gozar de la oportunidad de sentarse cómodamente tras el voluminoso volante y moverse de un lado a otro escuchando música de cassettes a todo volumen. Hoy en día, sin embargo, el vehículo resulta arcaico y da la impresión de que su decrepitud no es nueva, sino que en realidad nació ya viejo y desvencijado.
Pero entonces llega a mi memoria el recuerdo aun disponible de aquel vehículo primoroso que todos queríamos poseer y me digo, no, el vehículo no es el que ha cambiado, somos nosotros los que lo percibimos con una mente que ha ido refinándose de tanto mirar, que ha ido haciéndose cada vez más culta y exigente. ¿Y nuestra sensibilidad? en cierto modo también ha mejorado. Somos más conscientes del daño que causamos a los animales; nos hemos vuelto más aseados; entendemos mejor los derechos de unos y otros....
El mundo no se ha convertido pues en un lugar mucho peor porque entretanto nos hemos ido puliendo y ahora somos, aunque no lo sepamos, mejores que antes... y, si no, ¿por qué no se paran delante de un 127 y le buscan esa belleza innovadora que un día les conmovió el alma?
Los que sí vamos percibiendo las cosas de manera diferente somos nosotros. Objetos que en otros tiempos nos impresionaron por lo avanzado de su tecnología, su diseño aerodinámico y su apariencia casi de ciencia-ficción, nos parecen hoy anticuados artefactos carentes de cualquiera de los atributos anteriormente enunciados.
Pero entonces llega a mi memoria el recuerdo aun disponible de aquel vehículo primoroso que todos queríamos poseer y me digo, no, el vehículo no es el que ha cambiado, somos nosotros los que lo percibimos con una mente que ha ido refinándose de tanto mirar, que ha ido haciéndose cada vez más culta y exigente. ¿Y nuestra sensibilidad? en cierto modo también ha mejorado. Somos más conscientes del daño que causamos a los animales; nos hemos vuelto más aseados; entendemos mejor los derechos de unos y otros....
El mundo no se ha convertido pues en un lugar mucho peor porque entretanto nos hemos ido puliendo y ahora somos, aunque no lo sepamos, mejores que antes... y, si no, ¿por qué no se paran delante de un 127 y le buscan esa belleza innovadora que un día les conmovió el alma?
8 comentarios:
Nosotros tuvimos un 127 que nos duró bastantes años y daba gusto. Abrazos
Tienes razón, pasado el tiempo olvidamos hasta lo que nos gustaba tanto, y desde luego ese tiempo pasado no fue mejor.
Besicos.
Ligia, yo también tuve un Fura (que fueron los 'nuevos' 127)... ¡parece mentira lo bonito que me parecía entonces! Un abrazo
Hola Ana, ese tiempo pasado no fue mejor, fue diferente, o mejor, nosotros fuimos diferentes entonces... Un saludo
No hay más que repasar la violencia "doméstica": ¿quién se atrevía antes a decirle a un hombre "no pegues a tu mujer"? La inmensa mayoría, al ver un ojo morado, pensaba "Algo haría"...
Efectivamente,los que cambiamos somos nosotros.
Gracias M Jesús por tu puntual visita. Sí, cambiamos nosotros y me atrevería a decir que a mejor... aunque cuando pegamos la nariz al cristal de la realidad más próxima pareciera que es todo lo contrario. Te mando un abrazo.
Alicia, tal vez difiera en parte a lo que nos cuentas. Por un lado estoy de acuerdo, nos hemos puliendo pasito a pasito un poco más. Esto nos ayudaría, en todo caso, a ser más cercanos unos de otros. Más tolerantes con los demás, más flexibles etc. Y sin embargo por otro lado yo tengo la sensación de que hay un cierto crecimiento de agresividad y violencia. Tal vez que hay muchos más medios de comunicación y en un pis pas sabemos todo de aquí y desde el otro extremo del mundo.Si, tal vez hay una mayor sensibilidad en el ser humano y sin embargo yo veo una menor tolerancia a la frustración. Hoy se quiere ipso facto de todo y en el mismo momento. No hay lugar para calcanzar paso a paso metas o ojjetivos. Existe una necesidad de imitar al otro en la consecución de cosas u objetos que en definitiva no le va a dar al ser humano una mayor felicidad. Y sin embargo esa sensibilidad si debiera de enfocarse y de desarrollarse para una afinidad más espiritual si se quiere... no sé parece que me he enrollado mucho. El caso es que me he leído unas tres veces tu escrito y sigo reflexionándolo. Das mucho que pensar. Un abrazo, amiga.
Entiendo lo que dices, Tanci, pero si analizamos el comportamiento humano a lo largo de la historia vemos claramente como nos hemos ido refinando... hemos pasado de las galeras, de los gladiadores, de los sacrificios humanos, etc... a un mundo donde al menos se habla de derechos humanos. Aunque nos parezca que no, sí somos mejores que antes... y ¡mejores que seremos! Bueno, eso es lo que yo pienso ¿oiga?
Muchos besos y gracias por venir una vez más...
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